domingo, 17 de agosto de 2008

Lázaro... se levantó y andó

El primer chapuzón del verano. Las ansiadas vacaciones. Días de asueto, silenciosos y sosegados. Sensaciones de libertad. Fantasías. Horizontes lejanos realmente cercanos.
Quedan dos días para que comiencen… pasan lentos y se tiene prisa. ¡Todo el año esperando… y qué año!
Sube al barco. Lo imaginado ha cambiado y el barco también. Todavía no lo sabe pero por ajustes económicos se ha sustituido una ruta por otra. Ahora cuesta una hora más. El precio también es más largo. Todavía no sabe que van a ser dos horas y además con todo el pasaje de vomitera. La clase Club-nunca he entendido esa palabreja- ni comparación con la de los no se cuántos años antes contando el pasado. La cosa no empieza bien. De momento nada se ajusta a lo esperado y por qué no decirlo tampoco a lo contratado.
Nos sentimos seguros repitiendo, si nada cambia, pero a cada momento las cosas están moviéndose. Quizá a un ritmo que no apreciamos en el presente. Con seguridad lo percibiremos en el futuro y con más seguridad al cruzar los datos en la memoria.
Puede que tenga que ver con algo que leí ayer en Cala Carbó al atardecer, tumbado en una hamaca con colchoneta al borde del mar. Las sensaciones se parecían mucho a la felicidad. No se porqué a última hora, decidí traer- para volver a leer- a Lázaro de Tormes. Fue seguramente una intuición. La inteligencia del inconsciente. De pronto, en ese entorno, les recuerdo, encontró o encuentro estas geniales palabras:
“… mi madre vino a darme un negrito muy bonito, el cual yo brincaba y ayudaba a calentar. Y acuérdome que estando el negro de mi padrastro trebajando con el mozuelo, como el niño vía a mi madre y a mi blancos y a él no, huía de él, con miedo, para mi madre, y señalando con el dedo decía: “¡Madre, coco!”. Respondió el riendo: “¡Hideputa!”.
Yo, aunque bien mochacho, noté aquella palabra de mi hermanito y dije entre mí:
“¡Cuántos debe de haber en el mundo que huyen de otros porque no se ven a sí mesmos!”.
“Quedame” estupefacto conforme iba leyendo. Sobre todo, pensando que el libro se publicó a finales del S. XVI.
No quieran que a estas horas les explique el paralelismo entre las vacaciones y ésta historia. De eso, estoy seguro, ya se encargará su mente peliaguda. Reconózcame, al menos, que tiene su cosa.
Entonces recordé que solo se vive una vez. Y algunos dicen que se hace corta…

Al llegar, le esperaba en el hotel un buen amigo y muchos recuerdos de tantos años de rituales contrastados: nuevo barco, nuevo hotel, nuevo amigo, vieja maleta llena de viejos recuerdos y nuevas circunstancias. Todo va cambiando mientras respiramos… sin darnos cuenta.
Estupenda cena en la Brasa y muy grata sesión de música en directo en el Teatro Pereyra. No hay cambios en el disfrute aunque el único músico que repite es la batería. Dos saxos- tenor y alto (también voz)-, voz y guitarra acústica, guitarra eléctrica, teclados y piano. Consiguen que se mueva el cuerpo a sus ritmos.
Me cuenta Núnú que está enamorada. No me sorprendo, sus ojos, sus sonrisas y sus movimientos la delatan. Es muy hermoso conocer lo desconocido, sobre todo cuando no conoces casi nada de alguien que conoces hace algunos años. Gusta ser reconocido, cuando uno vuelve cada año, aunque como Ulises nunca llegues del todo. Se agradece lo humano entre tanta decadencia. Gracias Núnú.
Seguramente todos esperamos unas vacaciones permanentes que nunca llegan. Quizá creemos que podrían existir. Pero como dijo alguien muy listo: “Nada puede existir sin su contrario”. No se pueden disfrutar de las vacaciones si no se trabaja en todo el año.
Vuelvo a preguntarme por qué desde hace muchos años repito este viaje, con algunos intervalos, necesarios supongo.
Cada año vuelven los mismos sentimientos pero siempre hay algo distinto que genera nuevas emociones. Creo que por eso vuelvo. Es quizá la magia de esta isla. O la mía…
¡Lázaro: Levántate y anda!
Y anduvo sobre las olas, sobre la arena, sobre las piedras, sobre las notas, los cubatas, sobre los barcos, sobre los vómitos, sobre las risas, el sol y la luna.
Sobre todo aquello que se necesita o se cree necesitar.
El mundo lo mueven las emociones y las emociones siempre encuentran un motivo: ¡Anda y busca el tuyo!
Salud

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